Naturaleza Ciudad
I.
Nací en la ciudad, capital federal.
Crecí entre paredes de cemento.
Mis bosques son las plazas y
los parques.
De pequeña, mini yo juntaba flores de los jardines del barrio
observaba el movimiento de las hormigas entre surcos de cordones y baldosas;
de muchas formas, siempre estuve conectada con la naturaleza
(es extraño decir eso siendo que somos naturaleza) pero
en algún momento perdí esa noción
me sentí desconectada
comenzó a agobiarme demasiado el cemento,
los colectivos llenos, las personas, los olores
el trabajo
los traumas que emergían desde las profundidades
de mi cuerpo, de mi ciudad,
mi hábitat
pánico en el bondi,
en la boca
del subte
en la calle,
en los órganos
en las células
algo de esta realidad me parecía
irreal
me parecía
ajeno
me tenía que decir
a mí misma,
arriba del colectivo
o mientras caminaba por la calle:
soy real, soy real,
soy real
la única cosa
que me parecía real
en esos momentos
era un árbol, una planta, una flor
mirar
algo natural
sentarme en una plaza
sentir el pasto entre los dedos,
sentir el sol en la piel.
Casi que sólo en esos momentos,
se diluía esa sensación de extrañeza
y alineamiento
II.
Años. Procesos. Terapias. Vínculos. Plantas. Alimentos.
Aprendizajes. Foco. Intención. Perseverancia. Descuido.
La naturaleza siempre estuvo conmigo.
Le llamo tierra.
Con todo lo que ofrece, con todo lo que sostiene, con todo lo que nutre
acompañandome, llamándome, hablándome, sosteniéndome.
Me tomó años escucharla,
descifrar y presentir su lenguaje
comprender sus mensajes,
sentirla en los pies, en el cuerpo,
en el corazón,
en el cerebro,
la fuerza que es el planeta tierra
III. La fuerza de la tierra
No es un concepto mental.
Es algo que se puede sentir.
Creo que lo sentimos ante un gran espacio natural,
veáse montañas, el mar, cátaratas, cascadas
un bosque, una puesta de sol en el monte.
En esos momentos creo que lo podemos percibir.
No digo que lo podamos explicar.
Tal vez saben a qué me refiero.
Es una sensación de inmensidad.
Y al sentir esa inmensidad,
me siento segura, porque eso
con lo que estoy conectando
digamosle tierra/naturaleza
es tan grande, tan sabia, tan creativa y tan persistente,
tan inteligente,
que me siento en paz
sabiendome parte de esa creación.
Siendo hija, yo misma, de ese orden, de esa creatividad, de esa abundancia, de esa vastedad, de ese equilibrio,
de esa sabiduría original.
Este sentir,
me trae paz,
me trae a mí, me da un orden.
Me permite confiar en la sabiduría de mi propio cuerpo.
Me permite confiar en la tierra.
Me permite confiar en los árboles, en las hojas, en las flores, en los animales y las personas.
Es un proceso largo,
irresumible,
y que recién ha comenzado
o recién ahora soy más conciente de algunas partes
pero siento la fuerza con la que emerge en mí
el poder creador de la tierra.
IV. (Re)Conexión
Ahora salgo a la calle,
y si bien percibo el cemento, las antenas, los ruidos y los autos
(sino moriria atropeyada)
sin embargo camino, paseo por el barrio, y soy conciente de los árboles que hay en cada cuadra, las distintas especies que conviven, los árboles frutales. Me fui dando cuenta de que está lleno de plantas medicinales, siempre estuvieron ahí, algunas son cuidadas amablemente por vecines, otras crecen naturalmente, se propagan solas y realmente están en todas partes.
Esta comprensión/descubrimiento/investigación por supuesto, no fue de un día para el otro.
Bien podría decir que es un proceso en el que estoy desde que me encarné en el planeta tierra.
Pero en el último tiempo, estuve abriéndome a más capas de mi propia conexión con la naturaleza, y caminaba por la ciudad preguntandome si habrá un micelio subterráneo que conecte las raíces de los árboles de la ciudad.
Estoy empezando a creer que eso es así;
imagínense esa posibilidad.
Esa conexión subterránea debajo de todes nosotres (biches de ciudad)
Y percibo que esa conexión no se da solamente por debajo, en las capas subterráneas;
sino también por arriba, a través de las copas de los árboles.
Son el wi fi primero.
El original.
Los árboles son sabiduría, inteligencia y sólidez.
Empiezo a recordar lo que era comunicarme con ellos de manera más fluída.
V. Regresar a la tierra
Regresar a la tierra para mi es regresar a mi propia naturaleza,
a mí propio cuerpo, a mis sentidos físicos y energéticos. A mi piel.
A mi intuición.
Regresar a la tierra es esa conexión con el mundo natural;
y ese mundo natural y esa conexión,
tienen muchas capas.
Yo me voy abriendo y veo que es mucho más
de lo que al principio percibí, entendí o imaginé.
Me permito
entregarme
a ese misterio.
Me permito no saber,
al menos concientemente,
a dónde me lleva este camino
al que me abro, en el que me germino.